
¿No te ocurre a veces que comienzas un libro con un título atrayente, muy sugerente pero te ves decepcionado muy pronto y te apetece dejarlo? Pues algo así me sucedió con este maravilloso libro, menos mal que a veces me dejo llevar por mis sensaciones y paré a tiempo. Eso propició que lo retomara en otro momento con la mente más abierta y con la decisión de terminarlo aunque dejara de interesarme o me aburriera y que lo terminaría sea como sea.
Gracias a esa segunda oportunidad tuve la fortuna de disfrutar mucho de una lectura que me llevó más allá del texto y con la que me identifiqué prácticamente con casi todo lo que enseña el autor. Como practicante de Taichi me describía al dedillo lo que yo sentía dentro, parecía que me hablaba directamente.
Esa sensación me encanta, me recuerda porque comencé a aprender este arte marcial interno y como día a día me ilusiona la idea de empezar desde 0 y descubrir en cada momento nuevas sensaciones en algo que practico “igual” desde hace ya 10 años. Ni la forma exterior es “igual” ni la percepción interior tampoco: eso lo podemos entender de forma clara, pero cuando realmente lo haces tuyo en esencia, das un paso adelante y superas pruebas que creías que ya habías superado.