
A través de las manos, nuestra parte más espiritual, podemos aprender a escuchar otro lenguaje, el de nuestro silencio lleno de vida.
El campo energético humano y las emociones
«Todo lo que vive late de energía, y toda esa energía contiene información. El cuerpo físico está rodeado por un campo energético que abarca el espacio que ocupan los brazos extendidos y todo lo largo del cuerpo. Este campo es a la vez un centro de información y un sistema perceptivo muy sensible. Mediante este sistema estamos en constante «comunicación» con todo lo que nos rodea.
El campo energético humano contiene y refleja la energía de cada persona. Nos rodea y lleva con nosotros la energía emocional generada por nuestras experiencias interiores y exteriores, tanto las positivas como las negativas. Esta fuerza emocional influye en el tejido físico interno del cuerpo. De esta manera, la biografía de una persona, es decir, las experiencias que conforman su vida, se convierten en su biología.
Si una persona es capaz de percibir que está perdiendo energía debido a una situación estresante, y actúa para corregir esa fuga de energía, reduce la probabilidad de que ese estrés se convierta en una crisis física.
Normalmente el sistema energético de la persona sólo transmite la información que es esencial para que la conciencia conozca el desequilibrio.
Nuestra energía siempre va a buscar la salud.
La vida a veces es difícil, y espiritualmente estamos hechos para hacer frente a las pruebas que se nos presentan.
Somos materia y espíritu al mismo tiempo. Para comprendernos y estar sanos en cuerpo y espíritu, hemos de entender cómo se relacionan la materia y el espíritu, qué nos quita el espíritu, o fuerza vital, del cuerpo, y cómo podemos rescatarlo de los falsos dioses del miedo, la rabia y la tendencia de aferrarnos al pasado.»
La medicina de la energía, Caroline Myss

Gigi C. Rojas
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